Igor A. Arias M
El desarrollo institucional se puede definir como el proceso de formación del recurso humano dirigido a fortalecer la capacidad conceptual, metodológica, organizacional, gerencial, técnica y estructural de la organización, que permita mantenerla a tono para dar respuesta efectiva a los continuos cambios en los requerimientos de los clientes, asociados y beneficiarios.
Los requerimientos de los clientes y beneficiarios de un programa de extensión agrícola, con gran rapidez crecen y se diversifican. Ello impone una política institucional orientada al: mejoramiento continuo de los conocimientos técnicos de su personal para interpretar y ayudar de forma efectiva a dar respuesta a esas exigencias. Igualmente a la consolidación de fortalezas que sustenten la generación permanente de mecanismos internos para garantizar: agilidad en los procesos administrativos, en las relaciones institucionales, así como crear el ambiente de trabajo estimulador de mística, sentido de pertenencia y logro necesario para el cabal cumplimiento de los objetivos.
El desarrollo institucional en un programa de extensión, lo entendemos como un proceso continuo de formación de su personal para: desarrollar capacidades del recurso humano de las zonas rurales, y para impulsar el crecimiento y calidad del desempeño organizacional con miras a responder efectivamente a las crecientes exigencias que le hace la sociedad. El programa, así como requiere de conceptos claros para atender el desarrollo rural, necesita de una organización ágil, dinámica con capacidad de adecuar sus estructuras y funciones a los cambios que exige una actividad de esta naturaleza.
Una de las fallas de los programas de extensión agrícola en nuestro país, ha sido la constante poca participación de los usuarios. "Cualquier programa de desarrollo que considere a las personas meros objetos y no como sujetos de cambio y de progreso, está llamado al fracaso (Fraser y Villet 1995). La participación al permitir la incorporación de amplios sectores, se convierte en instrumento de necesaria equidad para el desarrollo sostenible.
El programa de extensión agrícola MAC-CIARA-BM considera la participación de los usuarios y comunidades como primordial. En este sentido su manual operativo plantea: "el diagnostico, la planificación y ejecución de acciones de extensión agrícola son realizadas con la participación de productores y representantes de la comunidad."
El proceso de formación integral del hombre plasmado en el concepto de extensión agrícola, será efectivo si cuenta con la participación de sus beneficiarios, y la inserción real de programas de esta naturaleza solo será posible si esa participación se constituye en base del desarrollo rural. El estado, a través del programa de extensión, pretende ayudar a crear las capacidades en las comunidades para que ellas gerencien sus propios programas de extensión y desarrollo.
En este sentido cabe destacar la creación de las Asociaciones Civiles de Extensión (ACE) a nivel municipal como organizaciones de los productores beneficiarios del programa y a la cual se le otorgan amplias facultades para la toma de decisiones relacionadas con la formación, supervisión y evaluación del programa local de extensión (Navas, J. 1997).
Un aspecto importante es la incorporación de la familia en las actividades de la economía del hogar y la comunidad. Acciones que integren los nuevos conceptos de género, de incorporación de jóvenes, de educación básica y para el trabajo, de investigación participativa, de organización; todo bajo el enfoque de sistemas, se constituirán en elementos fundamentales para el logro de una efectiva participación.
El desarrollo sostenible constituirá un desafío importante en el próximo siglo. La participación popular es decisiva para esta tarea. Solo a través de la comunicación podremos trabajar realmente en favor de una causa común, de un interés común, para mejorar nuestra situación. La comunicación está relacionada básicamente con la democracia, con la participación, con la difusión de los conocimientos, con la capacidad de hacernos cargo de nuestro futuro (Brundtland, G. citada por Frasier y Villet, 1995). Los mismos autores agregan: Si el desarrollo se puede considerar el tejido resultante de las actividades de millones de personas, la comunicación representa el hilo con que se elabora la trama.
Hablamos de participación como actividad de integración social base para el cambio, y el logro de equidad, así mismo señalamos a la comunicación como el mecanismo para alcanzar una creativa, sólida y sostenible participación y consecuente desarrollo.
La comunicación en un programa de extensión, es lubricante esencial para su funcionamiento, por cuanto facilita el contacto entre el personal, y se constituye en vehículo para las necesarias relaciones con el entorno. De la misma forma, la comunicación, es el gran instrumento de la extensión en busca de consolidar capacidades de futuro.
La inconmensurable producción de información y el impresionante desarrollo de los medios de comunicación, abren un más amplio horizonte para impulsar el desarrollo. Por ello poner estos instrumentos, en la medida de las posibilidades, al servicio de las comunidades rurales permitirá potenciar las capacidades del hombre en procura de su bienestar. Mejorar la comunicación, diversificar, y hacer más eficiente el uso de medios, aparece como estrategia primordial.
Manejar programas de extensión es una tarea difícil compleja, especialmente porque implica propiciar un significativo cambio en la manera de pensar y gestionar. Ello exige consolidar la base teorico-conceptual, basamento para soportar estrategias y acciones que permitan dar respuestas efectivas y oportunas a las cambiantes realidades por las que transita el sector.
La extensión agrícola la concebimos como un proceso de formación del hombre rural hacia la integración de capacidades para impulsar su propio desarrollo. Es un instrumento de gran potencia para el mediano y largo plazo que utiliza el conocimiento como herramienta y la comunicación como medio para estimular capacidades permanentes y autoexpandibles en los propios actores y sus organizaciones, todo en la búsqueda de un desarrollo con equidad.
El considerar al hombre, verdadero centro en una compleja red de interrelaciones, implica asumir nuevas formas de pensamiento y acción. En el presente trabajo hemos discutido los paradigmas que afirmamos mueven el mundo hacia el siglo XXI. Ellos resultan guía fundamental en la elaboración conceptual de cualquier programa de extensión moderno; proponemos igualmente enfoques metodológicos demostradamente eficaces para el abordaje de las nuevas, dinámicas y complejas realidades agrícolas; y se abre un abanico de estrategias que servirían de marco orientador para el desarrollo de creatividad en los equipos de apoyo y de extensión, necesarias a la hora de emprender acciones. Creatividad en estos equipos es fundamental, dado lo variado y sitio especifico que resultan la ecología y las relaciones socioeconómicas, ambiente este donde se desenvuelve la actividad agrícola.
Hablamos de un mundo cambiante y de una nueva filosofía para su comprensión, la cual exige la aplicación de procedimientos a veces opuestos a aquellos utilizados tradicionalmente. En ella se privilegiarían: los diagnósticos dinámicos y participativos ante los unidireccionales estáticos, el estudio de las interrelaciones ante la instantánea fotográfica, la tendencia versus la condición, procesos versus objetos, el impacto de acciones ante la acción misma, el esfuerzo colectivo versus lo individual, la tecnología en el contexto sobre la aplicación de técnicas aisladas, el hombre y su familia versus el agricultor, totalidades mas que partes, el desarrollo sostenible versus la explotación de los recursos.
Un programa de extensión con esta nueva visión otorgará especial relevancia en el logro de los objetivos de desarrollo rural equitativo y sostenible, a estrategias estimuladoras del relacionamiento, la comunicación y la participación. En este orden de ideas se privilegiará acciones vinculatorias con instituciones y el sector agrícola en general, que promuevan la cooperación, la organización, el desarrollo de capacidades y liderazgos locales y todas aquellas que hagan más efectiva la participación del hombre.
Por ultimo referimos lo considerado como más importante, la formación del hombre: por una parte del personal que construye las organizaciones para hacer extensión; y por la otra y formando un espiral creativo con la red institucional, la de los actores involucrados en los circuitos objeto del programa. Esta formación continua asegura el funcionamiento del sistema programa descrito, y es garantía de aporte sostenido al desarrollo rural.
A Delia Polanco, su búsqueda; a Julio Navas, José R. Rodríguez B. y Luis Marcano C. por sus valiosos aportes en la discusión del tema.