Alfredo Cilento Sarli
Ahora debemos volver al primer párrafo de este ensayo: la transferencia de una tecnología envuelve algo más que un proceso de enseñanza. De allí la necesidad de investigación y desarrollo experimental asociada a la enseñanza universitaria y consecuentemente, la nueva exigencia de que la universidad intervenga en la producción, no sólo de conocimientos, sino de los bienes y servicios derivados de sus propias actividades de investigación y desarrollo experimental, necesarias de complementar con procesos de producción piloto y comercialización de productos, procesos y servicios técnicos. Es decir la necesidad de materializar el poder del conocimiento que manejan las universidades.
Con una sola palabra: powerschift, Alvin Toffler describe el derrumbe de las viejas concepciones acerca del poder, del rol de los actores tradicionales y de la distribución de las cuotas de poder. Dice Toffler: El poder está cambiando a una velocidad tan asombrosa que los dirigentes se ven barridos por los acontecimientos, en vez de imponer orden sobre ellos. Hay poderosas razones para creer que las fuerzas que agitan ahora el poder a todos los niveles del sistema humano se harán más intensas y penetrantes en los años inmediatamente venideros. De esta masiva reestructuración de las relaciones de poder, como si se tratara del desplazamiento y la fricción de placas tectónicas antes de un terremoto, se producirá uno de los más raros acontecimientos de la historia humana: una revolución en la propia naturaleza del poder. Un <cambio de poder> no es una mera transferencia del mismo, sino una transformación.
Este lúcido personaje nos presenta lo que él denomina la nueva forma de crear riqueza, diferente a las formas en que se producía la riqueza en el pasado.
Una síntesis de este nuevo sistema de creación de riqueza (NSCR), sería, según mi lectura, la siguiente:
Según Toffler, estos doce elementos minan el sistema de creación de riqueza de la era industrial en su paso hacia una economía basada en los datos, la información y el conocimiento. Se trata del nuevo paradigma tecno-económico, término introducido por Carlota Pérez (1991) para indicar un cambio radical en la óptima práctica productiva, basada en el conocimiento y la información. Pérez argumenta que el despliegue de un nuevo paradigma implica la adopción de nuevas nociones de eficiencia, de nuevas reglas y hábitos por parte de ingenieros, diseñadores, empresarios y gerentes, y que esto ocurre en una gama tan amplia de aspectos que el cambio puede calificarse de transformación en el sentido común del mundo productivo. (Freeman, 1993).
Entre los cambios más característicos del paso de la sociedad industrial a la del nuevo paradigma, está el que en la sociedad industrial las relaciones laborales giran en torno al salario, el empleo y el desempleo y os principales conflictos giran en torno a las condiciones de vida de los trabajadores. En la sociedad basada en la TCI, los problemas laborales provienen de la caducidad u obsolescencia de las capacitaciones o destrezas tradicionales del sector laboral, producto del avance tecnológico, la automatización y la informática.
Esto implica una importante diferencia entre los requerimientos educativos de ambas sociedades; es decir, el paso de un sistema educativo secuencial que culmina con la obtención de un título profesional, a un proceso de educación continua y en constante actualización, basado en la información.
Esta es la oportunidad de la Universidad y de las empresas universitarias de Tecnología basadas en la información y el conocimiento, cuyo desarrollo y funcionamiento permitirían impulsar el cambio, señalado por Carlota Pérez, del sentido común del mundo productivo y también del mundo universitario.